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Si está conformada únicamente por una recopilación de citas textuales más o menos hilvanadas, carece de originalidad.

Obviamente, el trabajo debe basarse en lo que otros investigadores han descubierto o escrito sobre el mismo tema, puesto que el saber humano se ha ido acumulando a lo largo de la historia y se ha ido transmitiendo de generación en generación.  Pero si el autor de la tesis conoce a fondo la materia, podrá ser capaz de reafirmar o de refutar, con sus propios razonamientos, lo que otros investigadores han expuesto en trabajos anteriores.

Tanto la hipótesis como las pruebas que el autor utilice para demostrarla, las observaciones, las críticas, los planteamientos en torno al objeto de estudio y las conclusiones, tienen que ser de su propia creación.  La forma de interpretar las ideas y las experiencias ajenas, de correlacionarlas, de contrastarlas o de refutarlas, tiene que demostrar creatividad.   De esta manera el autor evidenciará el conocimiento que tiene acerca del tema, y ganará respeto y prestigio como profesional.

La tesis debe redactarse con lenguaje técnico y formal, pero a la vez con un estilo sencillo y sobrio.  Esto no significa que se tenga que caer en  la ramplonería, ni en expresiones propias del lenguaje coloquial o popular.

La sencillez se logra evitando palabras rimbombantes y expresiones rebuscadas, así como construcciones complicadas y formas ceremoniosas.  Aunque a veces el rigor científico obliga a emplear términos que no son familiares para todos los lectores, debe evitarse caer en el exceso de tecnicismos y en la pedantería.

Al redactar la tesis el autor debe ajustarse a las normas sintácticas, morfológicas, léxicas y  gráficas establecidas en la lengua española.  También es importante que domine la terminología propia de su disciplina. 

Por tanto, conviene que consulte con frecuencia obras especializadas en el idioma español y diccionarios técnicos, para que utilice con propiedad, tanto el lenguaje común, como los tecnicismos de su especialidad.

Compendio Ilustrado de Elaboración de Tesis

a) Introducción: Una introducción es la primera parte del cuerpo de la tesis.  Sus objetivos son orientar al lector acerca del contenido del trabajo y motivarlo para lo lea con interés.  De ahí que debe redactarse con un estilo ágil y ameno.  En la introducción se presentan los datos necesarios para que el lector se forme una idea completa de la investigación y para que se entere de sus alcances y limitaciones.

b) Desarrollo: El desarrollo es la parte fundamental de la tesis.  Su objetivo es presentar, en forma ordenada y coherente, los razonamientos  y las pruebas que permitieron al autor llegar a demostrar la hipótesis o a cumplir los objetivos del trabajo.

Está dividido en secciones o capítulos, los cuales, a su vez, contienen otras subdivisiones menores.
Cada capítulo puede ir precedido por una página, sin número al pie, que contenga un sumario de los contenidos, en el que se detallen los subtítulos y las divisiones menores.   De esta manera, el lector puede conocer de antemano el contenido y la estructura de cada sección.

c) Conclusiones: Las conclusiones deben ser expresión clara y sucinta del desarrollo y consecuencia lógica de éste.  Tienen que basarse solamente en las pruebas mediante las cuales se comprobó la hipótesis o en los procedimientos que permitieron que se cumplieran los objetivos de la investigación.